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Propiedad de Arínzano: Leyenda viva del vino navarro

Es un día cualquiera de finales de agosto. El verano da sus últimos coletazos y lo intentamos alargar saliendo de la capital y poniendo rumbo a Navarra, hacia Propiedad de Arínzano, una bodega situada en el término municipal de Aberin, merindad de Estella.

Texto: Patricia Magaña. Fotos: ORIGEN

Propiedad del Grupo SPI, la historia de Arínzano es vetusta y hunde sus raíces en 1055, cuando el señor Sancho Fortuñones de Arínzano decidió elaborar vino en estas tierras. Desde entonces, salvando el paréntesis al que obligó la filoxera, la vid ha sido el cultivo prioritario de la finca, que vivió un esplendoroso renacer en la década de los 90.

De aquella época es el enorme portalón cuadrangular con el que el arquitecto navarro y premio Pritzker, Rafael Moneo, anunciaba al visitante la entrada a la recién reformada bodega y que hoy en día es el símbolo de identidad de Arínzano. Y de aquel tiempo es también la intensa labor de roturación y mejora de suelos que, dirigida magistralmente por el enólogo francés Dennis Dubordieu, hoy en día sigue dando espectaculares frutos.

Así nos lo explica Julien Schell, portavoz de la bodega, mientras nos conduce en un todoterreno hasta uno de los puntos más altos de la finca: “Propiedad de Arínzano tiene unas particularidades orográficas extraordinarias que hacen que tengamos unas condiciones de maduración de la uva diferentes a otras fincas que están a menos de un kilómetro y que de hecho justifican que seamos Denominación de Origen Pago”.

Lo cierto es que, tras estudiar las características únicas de su viñedo, su geología y su clima, Propiedad de Arínzano es uno de los pocos terruños de España a los que se le ha otorgado el estatus de Vinos de Pago, el máximo reconocimiento que puede obtener un vino, junto a  Denominación de Origen y Denominación de Origen Calificada.

En la morada del buitre

Cobijados del sol bajo una gran pérgola, y bajo la atenta mirada de los buitres que habitan el paraje, observamos las 355 hectáreas (128 de viñedo) que conforman Propiedad de Arínzano y a las que baña y divide el río Ega, otorgando al valle un microclima peculiar. Al frescor del río se le suma el aire del atlántico, que llega en cañón desde la costa vasca, refresca el valle, convirtiéndolo, según Schell, en “ideal para la maduración de la Chardonnay y, en general, para maduraciones algo más lentas, lo que permite recoger el fruto con una acidez mayor, otorgándole unas connotaciones frescas y afrutadas”.

Pero no solo Chardonnay se cultiva en Arínzano, sino que también podemos encontrar en la finca parcelas dedicadas a Tempranillo, Merlot y Cabernet Sauvignon. Con estas uvas se produce toda la gama de vinos de la bodega, que atiende al “estilo borgoñón”, revolucionaria novedad en lo que respecta a los blancos y rosados de tierras navarras.

Según Patricia Regidor, miembro del equipo de comunicación de la bodega, además del terruño, gran parte del mérito es del enólogo José Manuel Rodríguez, anteriormente responsable de la bodega Numanthia, quien ha trasladado su personalidad a los vinos de Arínzano. “José trabaja con una vinificación al detalle y un control exhaustivo de cada barrica, se conoce los vinos como los dedos de su mano -explica-. Se trata de un equipo que apuesta por los vinos de guarda, por preservar la fruta para conseguir acidez, un equipo que busca que los mostos sean potentes y concentrados. Así que no son vinos ligeros, sino que aguantan perfectamente platos fuertes y que te los puedes beber dentro de 10 años sin ningún problema”.

Gran Vino Tinto, Gran Vino Blanco, La Casona, Merlot de agricultura biológica, Hacienda Arínzano Blanco, Hacienda Arínzano Tinto  y el sorprendente rosado A de Arínzano son algunas de las joyas de la Propiedad.

Una experiencia enoturística inigualable

Estos vinos se pueden comprar en la propia web de la bodega (www.arinzano.com) y, por supuesto, en tiendas y comercios especializados. Sin embargo, nada mejor que acercarse a Tierra Estella, visitar la finca y vivir una experiencia enoturística inigualable. Propiedad de Arínzano ofrece desde catas y visitas desde tan solo 10 euros hasta estancias exclusivas en alguno de los edificios singulares que forman parte de la Propiedad. Una experiencia legendaria para disfrutar de lo mejor del vino navarro.

 

 

 

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