Icono tradicional y con merecida cátedra en la picaresca clásica española, la sota es provocadora: Siempre con una copa en la mano. ¿Vacía o llena? Imposible saber, pues es parte del juego. Esta figura, que es un 10 –en todos los sentidos- seguirá sonriendo con la ambigüedad de la Monalisa mientras nosotros miramos las cartas, pasan las horas del vermut, que son todas. ¿Rojos y blancos? ¿Italianos y franceses? Eso era antes. Ahora el abanico es interminable, y hay muchos de órdago, que se presentan en los salones y eventos como el ya clásico salón de las 12 horas del Vermut, que este año acogió los Excellence Vermouth Awards, cuyo jurado internacional ha seleccionado algunos de los que marcarán tendencia. En la imagen, el Vermut Artesanal Rojo de Casa Alberto.
Por Javier Fernández Piera
Vittore Vermouth Blanco
Bodega Cherubino Valsangiacomo
Valencia
Que dicen que la Dietrich decía que “no hay virginidad que aguante tres vermuts”… y es que tras tres vermuts, hay que irse “al cuarto”. Algo parecido pasa con este vermut ideal para los que todavía son vírgenes pero están a punto de vermutar al otro lado. Su creador, de origen alpino y, por tanto, fusión italo-francesa, supo combinar el amargor y fineza de unos y la exuberancia y potencia de los otros. Tres generaciones, desde el primer vermut hace más de 100 años, mucha pasión y ganas de divertirse. Así es el legado de la familia Valsangiacomo que elabora una de las fórmulas más exitosas, quizá porque están diseñadas por la experiencia y la seducción de quien sabe dar placer con lo que hace. O quizá porque es tradición de bienhacer en esa magnífica casa. El resultado es, obviamente, un vermut mediterráneo de aromas muy botánicos y sabores muy golosos. El color es amarillo tenue, inocente, pero va cargado de aromas balsámicos de hierbas del Mare Nostrum: hinojo, manzanilla, tomillo, cítricos. Un amargor equilibrado con el dulzor de canela, vainilla o regaliz que hacen de esta receta un éxito asegurado de vítores, y un brindis por la Dietrich.
Vermut artesanal Rojo
Casa Alberto
Madrid
“El absintites es curativo”, o así defendía Plinio el Viejo al vino de ajenjo que tanto éxito empezó a tener en la antigua en el tiempo, pero moderna siempre en el pensamiento, Roma. Lo es por las propiedades de las mezclas de hierbas que limpian allá por donde pasan. Discutible sería afirmar que sean altamente recomendables para la salud. Pero nadie niega que sí sean completamente apropiadas para filosofar y, por qué no, evadirse en alegrías de algunas penurias, y esto también es limpiar. Si se hace entre amigos, los resultados pueden ser mucho más efectivos, e incluso mejores, si se hace en los foros y auditorios adecuados. Este vermut está hecho por uno de los bares más castizos de Madrid y para sus clientes de barra ¿hay mejor terapia vital? Tiene un color marrón oscuro, intenso, preparado para cualquier tapa de acompañamiento. La receta está llena de hierbas aromáticas de primera calidad: al ajenjo se le suma la genciana, angélica, enebro, cardamomo o cilantro. Muy equilibrado y con un sabor que dura hasta el final de la barra. El antídoto para todo mal siempre en el bar de la calle Huertas.
La Copa Blanco Vermouth
González Byass
Jerez de la Frontera
¿Es surrealista pensar que el vermut son “unas gotas de sangre de un ruiseñor en nuestra copa”? No si entendemos al ruiseñor como un cantarín, alegre, inquieto o revoloteador… el alma de la fiesta. Así son algunos vermuts de apariencia tranquila pero que guardan un incansable deseo de pasarlo bien. En Jerez lo saben, pues los vermuts están ahora mismo entre los mejores del panorama. Pero la labor del master destiller Luis Trillo, y su equipo en González Byass, han dado con una fórmula tan sabrosa como sorprendente. Blanco, sí, por la selección de vinos finos que son su base. Pero a partir de ahí, la feria misma: ajedrea, nuez moscada, canela, clavo y cítricos que tocan las castañuelas. Los botánicos van unos de corto y otros muy flamencos, y taconean en botas que le dan sabor largo y muy rico. Solo es delicioso, pero en mezclas, es un lujo; por eso se considera ya una parte elemental en la mixología moderna. Su equilibrio de amargor con el sabor interminable son sello de calidad para hacer una fórmula cuyo sabor se hace inolvidable. Ya puede vaciarse hasta la última gota, que como en los sueños de Dalí, la copa siempre permanece.
Desde Plinio el Viejo hasta la Dietrich
La sota de copas es vermutante, y todo aquél que le dé al naipe, también. El Vermut tiene su parte de juego: desde Plinio el Viejo hasta la Dietrich, han sucumbido a este brebaje tan de moda hoy. Uva, fórmula, botánicos, maceración, dulzor, el puntito de chispa y el alcohol son las claves para descifrar los originales mensajes de los vermuts. Sólo es ponerse. Como siempre: Moderación y buena compañía. En la mesa mejor, y si aguantan en la mesa de juego ¡mejor aún! Sólo una advertencia, hay muy pocas botellas de cada uno, y la sota ya ha llenado su copa…
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