Reportajes

Zamora: Por la atractiva Tierra del Vino

Este nuevo viaje enoturístico comienza con chocolate. Y no, no es que hayamos dejado el vino de lado, sino que la primera cita de nuestro recorrido por el territorio de la Ruta del Vino de Zamora es en un obrador de chocolate. En Refart, concretamente, un espacio junto al río Duero en la capital zamorana. Que el nombre no os lleve a confusión: Refart es el apellido de José Luis, que está al frente de este negocio junto a su pareja Mari Cruz.

 

Crearon la empresa como salida laboral tras quedarse sin trabajo y se formaron con los mejores maestros del gremio en Barcelona. Seis años después, sus chocolates no paran de recibir premios y ellos han abierto su obrador artesanal a las visitas, así que aquí estamos en plena faena, imitando a Cruz en el proceso de atemperado en mármol, y aprendiendo sobre la historia y la elaboración del chocolate, mientras se nos hace la boca agua. Ellos elaboran muchos tipos: lo mezclan con miel, frutas, licores, vermut, queso o vino. Queso de La Antigua y vino de Viña Ver que, por cierto, son dos de los lugares que tenemos en nuestro recorrido. De momento vamos a pasear por Zamora, mientras degustamos las chocolatinas y las tabletas que nos hemos llevado del obrador.

En las aceñas de Olivares

Seguimos el curso del Duero hacia el centro de la ciudad y llegamos, por la orilla derecha, a las aceñas de Olivares, uno de los numerosos conjuntos de molinos que se construyeron en el cauce del río. Estas fueron restauradas hace unos años y ahora funcionan como centro de interpretación de estos ingenios hidráulicos que, por su número, se convirtieron tiempo atrás en uno de los núcleos de actividad industrial más importante de la ciudad. Funcionaban como molinos harineros que primero pertenecieron a los gremios y luego pasaron a ser propiedad del Cabildo de la Catedral.

Hacia ella nos dirigimos ahora, adentrándonos ya en el entramado de calles y dejando el río. Los ojos se nos van irremediablemente a la cúpula, levantada sobre un cimborrio con dieciséis ventanas que, como todo en los edificios religiosos, esconde un simbolismo, pues ese número es múltiplo de ocho (que es el que presenta la salvación en la cultura cristiana) y además es un elemento que permite dotar de más luz a la nave, estableciendo el paralelismo entre esa luz y el dios creador. Desde el castillo se tiene una de las mejores vistas del edificio. ¿Un castillo? Sí. No hace mucho que se recuperó, sacándolo de toda la capa de tierra que, a lo largo de siglos, había levantado el nivel del suelo y lo había dejado enterrado. La sorpresa para quien visita por primera vez Zamora es tanta como para los propios zamoranos cuando lo vieron una vez restaurado: “¡Anda, si nos han traído un castillo!”, me cuenta Estrella, mi guía, que oyó decir.

El caso es que Zamora sorprende a cada paso. En otro punto de la ciudad, un antiguo convento que pasó a ser la primera fábrica de la luz y, más tarde, destilería de alcohol vínico, es hoy un hotel. Pero el diseño y la transformación de este edificio corrió a cargo del arquitecto Paco Somoza que, con muy buen ojo, conservó e integró parte de los elementos industriales en la nueva obra, tanto en el exterior (ahí queda la enorme torre de ladrillo de la destilería) como en el interior, donde todo se mezcla con el mundo del arte contemporáneo.

Embabujado

El tema de la vieja alcoholera nos ha situado de nuevo en la senda del vino, así que desde aquí ponemos rumbo al sur para recorrer el territorio de la Tierra del Vino, que es por donde también se extiende la Ruta del Vino de Zamora. La primera parada es Morales del Vino, donde hemos quedado con Guillermo Freire para conocer su bodega subterránea y la particular colección de jarras de vino, a modo de museo, que adornan las paredes de la misma. Jarreño es, precisamente, el nombre de su vino, que probamos mientras nos cuenta cómo su abuelo fundó la bodega y ahora, sus dos hijos han decidido continuar con ella.

Abundaban más los viñedos antiguamente que ahora en esta comarca, aunque aún hoy siguen estando presentes en el paisaje. Lo que sí se ha conservado son las bodegas excavadas bajo cada casa de pueblos como Morales o como Corrales del Vino, que ha ejercido siempre como capital la zona. Ramiro Morán compró una de esas casas y esas bodegas y creó Viña Ver. Ya nos encontramos con sus vinos en Refart, si recordáis; ahora en una visita descubrimos el embabujado que es, ni más ni menos, que lo que hoy conocemos como orange wine, vino naranja, un blanco que fermenta con los hollejos y que tan de moda se ha puesto. Aquí lo llevan elaborando desde siempre. Esas visitas acaban sentados a la mesa para degustar siete vinos acompañados de quesos y embutidos de la zona y un pan de pueblo de los de verdad. Y la panadería de donde lo trae está bien cerca, justo al otro lado de la plaza. Es la panadería Coomonte, un obrador artesanal que mantiene el horno de leña y donde Merce, Daniel, Emma y Faustino siguen con la tradición familiar de panaderos y confiteros de generaciones anteriores. Está todo buenísimo pero hay algunos productos que no hay que perderse. Apunten: aceitadas, galletas de nata y nevaditos.

Dulces parecidos, además de vino, habrían de elaborar seguramente también los antiguos monjes franciscanos que habitaron el convento de Nuestra Señora del Soto, en la vecina Villanueva de Campeán. El pueblo se fundó gracias a la creación de este monasterio pero hoy – lo que son las cosas – la villa sigue con vida y el monasterio hace tiempo que se abandonó y no es sino una espléndida y romántica ruina que forma parte de la lista del patrimonio en peligro de nuestro país. Estas viejas piedras siguen viendo pasar, un poco más allá, a decenas de peregrinos durante todo el año: el camino blanquecino que se serpentea entre viñedos y campos de cereal es la antigua Vía de la Plata romana que se transformó en sendero jacobeo.

Encuentro con peregrinos

Saludamos a dos de esos peregrinos que pasan a buen ritmo mientras nosotros charlamos con Miguel Ángel en una de esas viñas. Aquí transcurren las visitas enoturísticas de Bodegas El Soto, la cooperativa local. Miguel Ángel nos cuenta la historia del convento, nos habla de las variedades que se cultivan y nos explica el paisaje que nos rodea que, gracias a sus suelos franco-arenosos, ha permitido conservar muchos viñedos en pie franco, sin rastro de la filoxera. Los vinos de la bodega llevan el nombre de Proclama, toda una declaración para reivindicar la apuesta por la tierra.

Esa misma apuesta y la atracción por esta comarca de larga tradición vitivinícola y las viñas centenarias que se cuentan entre las más singulares de nuestro país es lo que dio luz a otro proyecto a comienzos de los 2000: Viñas del Cenit. José Manuel Beneítez, que regenta su propia bodega en los cercanos Arribes, es el enólogo. Acaba de crear una nueva colección de vinos que llevan por nombre Field Blend, aludiendo a la manera tradicional de producir y cultivar en esta comarca, en la que cada viticultor plantaba diferentes variedades en función, entre cosas, del tipo de vino que quería obtener después, y se recogían y elaboraban todas juntas, las blancas y las tintas. El coupage se hacía, por así decirlo, ya en la viña. El resultado son vinos frescos pero atractivos y complejos, que reflejan la identidad de un viñedo, de la comarca y de una tradición a la que hasta hace poco nos empeñábamos en volver la espalda.

Un campamento romano

Algo más al sureste, en Cabañas de Sayago, en el límite oriental de la comarca de Sayago, también hay viñedos singulares como los que trabaja Juan Miguel en Dominio de Sexmil, una bodega creada para elaborar vinos de larga crianza. Pasear con Juan Miguel por el campo es todo un lujo pues no solo sabe de viñas, sino de botánica, geología y esos conocimientos que se aprenden de los mayores y que son fruto de la experiencia de siglos. El pasado romano vuelve a estar presente en Domino de Sexmil, que toma el nombre de un campamento militar apostado cerca de la ya mencionada Vía de la Plata, que también discurre por Cabañas. El nombre del pueblo, por cierto, parece relacionarse con otros viejos caminos, los trashumantes, y tal vez vendría dado por las cabañas que usaran los pastores que transitaban con el ganado por estas tierras cercanas a la Cañada Occidental Leonesa.

Van surgiendo historias y relatos que, al llegar a La Becera, el restaurante de Vicente Rodrigo, se multiplican. Está en Peñausende, un pueblo vecino en el que ya se deja ver un poco más el paisaje que identifica a las tierras sayaguesas, el de los peñascos de granito. Porque Vicente, que viene de familia de hosteleros, también conoce cientos de anécdotas y mantiene el placer por conversar. Sentados a la mesa, los vinos de Juan Miguel acompañan un delicioso arroz a la zamorana, un contundente plato tradicional elaborado con carne de cerdo. Es una receta propia del invierno, sí, ¡pero no podíamos irnos sin probarla!

Practicar el quesoturismo

La parte final del itinerario de este viaje transcurre por la vecina comarca de La Armuña, cuyos pueblos también están plagados de bodegas subterráneas excavadas bajo las casas o formando cotarros en las afueras, como ocurre en Parada de Rubiales, donde está el Aula del Vino. Es un centro de interpretación sobre el vino de Tierra del Vino y de La Armuña, construido en la antigua Casa del Canónigo, que también tiene su propia bodega, claro, y que fue levantada en el siglo XVIII, cuando este pueblo se convirtió en uno de los principales proveedores de vino de Salamanca.

Otro personaje religioso, esta vez un obispo, Alonso de Fonseca Quijada, habitó en un edificio mucho más relevante, en el cercano pueblo de Topas. Se trata del Castillo del Buen Amor, convertido hoy en Posada Real y rodeado también de viñedos porque es, igualmente, una bodega. Pilar Fernández está al frente del establecimiento y de la bodega, aunque a ella, que es enóloga, le tira más la segunda. Después de labrar las viñas de buena mañana, quedamos para desayunar y me cuenta la historia del lugar, la pasada y la más reciente. La pasada explica el nombre de este castillo-palacio del siglo XV, pues al parecer, lo de ‘Del Buen Amor’ se le puso porque junto al obispo vivió aquí su amante, Teresa de las Cuevas, y los cuatro hijos de ambos…

La última parada la hacemos en Fuentesaúco, donde está la quesería La Antigua. Los chocolates Refart nos pusieron sobre la pista pero bueno, como también forma parte de la Ruta del Vino de Zamora, estaba ya en nuestro planning. Si hay un lugar en donde practicar el quesoturismo es éste, ¡porque ellos han sido los primeros en registrar esta palabra! Aquí vemos todo el proceso de elaboración, desde que llega la leche hasta que el queso está listo para consumir, aunque habría que hablar de quesos, en plural, porque la variedad que elaboran es enorme: con azafrán, con trufa, con aceite de oliva, con pimienta rosa, con anís… y, claro, también uno con vino. El nuevo proyecto turístico (con centro de interpretación, tienda, sala de catas…) está casi a punto, así que tendremos que volver para verlo.

La Posada Real del Buen Camino

María Eugenia llegó a Villanueva de Campeán por casualidad, de viaje, haciendo turismo, pero el flechazo fue instantáneo y acabó comprando una casa que transformó en Posada Real.

Hasta aquí viene quien quiere desconectar de verdad, pero también peregrinos de todos lados que realizan el Camino de Santiago por la Ruta de la Vía de la Plata que pasa por el pueblo. La clientela puede ser heterogénea, pero María Eugenia une a todos a la hora del desayuno en una única mesa, para charlar y compartir experiencias, aunque sea solo por unas horas y después cada quién siga por su lado. La piedra y la madera crean un ambiente muy acogedor, las habitaciones son amplias y cómodas, se respira tranquilidad. No es extraño que haya quien repita y tenga este alojamiento como lugar recurrente y punto base para, de paso, conocer cada vez más a fondo la atractiva comarca de Tierra del Vino.

 

 

 

Óscar Checa

Licenciado en Ciencias de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense de Madrid, ha desarrollado su carrera siempre en el sector del periodismo turístico. Ha trabajado en agencias de comunicación especializadas además de haber creado la suya propia y haber trabajado como responsable de prensa en la Oficina Española de Turismo en París. También es Experto en Periodismo Gastronómico y Nutricional (UCM) y autor de varios manuales para los cursos de la Cátedra Ferran Adrià de Cultura Gastronómica y Ciencias de la Alimentación de la Universidad Camilo José Cela. Es coautor y editor de guías de viajes de la colección Cartoville y GeoGuide de la editorial francesa Gallimard. Actualmente colabora con diferentes medios especializados en viajes y gastronomía y Presenta el programa 'Escapadas' de Radio 5-RNE. Es el responsable de comunicación de Rutas del Vino de España-ACEVIN.

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