Nada menos que cinco Indicaciones Geográficas vitivinícolas se distribuyen entre los límites de la provincia de Zamora, tierra de viñedos antiguos, donde el vino forma parte de su historia y de su cultura más esencial, que impregna paisajes, construcciones y arte. Hasta la lengua se muestra plena de referencias, refranes y alusiones al vino como muestra de su integración en la vida cotidiana.
Texto: Armando Desantes. Fotos: Diputación de Zamora y Origen
Aunque tres de estas Denominaciones de Origen se asientan a orillas del Duero, todas ofrecen una gran diversidad de suelos (incluso de clima en el caso de las terrazas de los Arribes) y, consecuentemente, de variedades de uva.
DENOMINACIÓN DE ORIGEN TORO
La más histórica de todas ellas es la Denominación de Origen Toro, una comarca cuya tradición vitivinícola es incluso anterior a la dominación romana, aunque fueran estos sus principales impulsores. La Denominación de Origen fue creada en 1987 y autoriza la elaboración de blancos, rosados y tintos de toda la gama. La Tinta de Toro ejerce como variedad principal y llena de potencia y personalidad a estos vinos. Aunque también está autorizada otra tinta, la Garnacha, y dos blancas, la Malvasía y la Verdejo. La extensión total de la zona amparada llega a las 62.000 hectáreas de terreno, de las cuales 6.000 ha están dedicadas a viñedos, 5.400 de ellas registradas en el Consejo. Hay un importante porcentaje de viñedos centenarios.
Los vinos de Toro, elegantes y expresivos, poseen una historia fascinante. No solo la de aquellos viñedos que quedaron exentos de la plaga de la filoxera en el siglo XIX sino también ser los vinos que acompañaron a Cristóbal Colón en su viaje del descubrimiento de América. En general, estos poderosos vinos, que atraviesan una etapa de nuevo reconocimiento, gozan del prestigio que han conseguido sus elaboradores, herederos del conocimiento de generaciones de viticultores y a la vez beneficiarios de la mejora tecnológica de los procesos del vino.
Comercializan 16 millones de botellas anuales y exhiben un buen comportamiento internacional, representando la exportación alrededor del 40% de sus ventas, lo que la convierte en la Denominación de Origen de Castilla y León con mayor porcentaje de exportación con respecto a las demás figuras de calidad.
DENOMINACIÓN DE ORIGEN PROTEGIDA VALLES DE BENAVENTE
La comarca próxima a la localidad de Benavente, al noroeste de la provincia, disfruta de una enorme tradición vitivinícola. Desde 2010, sus vinos están adscritos a la Denominación de Origen Valles de Benavente (hace referencia a los valles de Valverde, del Tera y de Vidriales), que ampara tanto blancos como rosados y tintos, incluyendo entre estos últimos los Crianza y los Reserva. Las uvas tintas principales autorizadas son Tempranillo, Pietro Picudo y Mencía, y las blancas Malvasía y Verdejo. Como complementarias, dos tintas, Garnacha y Cabernet Sauvignon.
Tradicionalmente, en los Valles de Benavente se ha elaborado un vino “de aguja”, rosado, afrutado y suave, a partir de las variedades tintas citadas. La tradición bodeguera tiene su ejemplo en la comarca en la multitud de bodegas familiares existentes en todos los municipios, algunas abiertas al público.
La importancia que históricamente ha tenido el cultivo del viñedo y la elaboración de vinos en la comarca de los Valles de Benavente se apoya en diversos documentos y estudios que se remontan a la Edad Media. A la comarca también la caracteriza un clima continental extremado y árido, de baja pluviometría y gran luminosidad.
DENOMINACIÓN DE ORIGEN TIERRA DEL VINO DE ZAMORA
Con epicentro en la localidad de Villanueva de Campeán, la comarca de la Denominación de Origen Tierra del Vino de Zamora se sitúa en el sureste de la provincia, aunque también engloba municipios salmantinos. En total, 1.800 kilómetros cuadrados situados en la margen sur del Duero, recorridos de norte a sur por la Vía de la Plata. En el ámbito de la Denominación de Origen se elaboran blancos, claretes, rosados y toda la gama de tintos. Tierra del Vino de Zamora cuenta con Denominación de Origen desde abril de 2007.
El clima de la DO está marcado por una fuerte continentalidad y por su carácter extremado y árido, con inviernos muy fríos y veranos secos y calurosos. Las precipitaciones son escasas y su media anual apenas llega a los 400 mm. La altitud media de la comarca se sitúa alrededor de los 750 m. sobre el nivel del mar. El territorio está cruzado por múltiples cauces fluviales, por lo que los suelos de la zona tienen un marcado carácter aluvial.
Todas estas condiciones hacen de la comarca un territorio especialmente privilegiado para el cultivo de la vid, acogiendo la mayor concentración de viñedos centenarios del país. En la Denominación de Origen se cultivan variedades de uva tinta entre las que destaca la Tempranillo, utilizada como variedad principal. La Garnacha Tinta y la Cabernet Sauvignon se utilizan para complementar las elaboraciones de Tempranillo. En cuanto a las variedades blancas, destacan la Malvasía Castellana, que ocupa en Zamora uno de los últimos reductos en la Península Ibérica, la Moscatel de Grano Menudo, que ha encabezado la práctica tradicional de la elaboración de vinos semidulces y de licor en la comarca, y la Verdejo y la Godello.
DENOMINACIÓN DE ORIGEN ARRIBES
La delimitación geográfica de la DO Arribes comprende 27 municipios del suroeste zamorano, en los arribanzos del Duero y con capital en Fermoselle, y otras veinte localidades del noroeste salmantino, con unas superficie total de 4.800 hectáreas, de las que 302 están inscritas en el Consejo Regulador.
En Arribes se elaboran blancos, rosados y tintos, aunque la variedad principal es la Juan García o Malvasía Negra, uva autóctona de gran personalidad y finura. También se admiten como uvas principales la Rufete, la Mencía, la Syrah y la Tempranillo; sin olvidar la riqueza en variedades autóctonas que tiene esta comarca (Bruñal, Gajo Arroba, Bartardillo Chico, Tinta Jeromo, Mandón), y entre las blancas, la Malvasía, la Verdejo, la Albillo y la última incorporación, la autóctona Puesta en Cruz. Se dan unas condiciones ecológicas especialmente favorables para el cultivo de la viña: suelos dotados con fertilidad y frescura, formados por granitos pizarrosos, y un clima diversificado.
Los blancos de Arribes, de tonos brillantes e intensidad aromática en nariz, son vinos secos, de acidez equilibrada y un delicado amargor. Los tintos, limpios y de intensidad media, sobresalen por su gran estructura y persistencia. Resultan muy aptos para el envejecimiento en barrica. Hay también una pequeña producción de rosados frutales y muy aromáticos.
VINOS DE LA SIERRA DE LA CULEBRA
Aunque a día de hoy todavía es poco conocida la actividad vitivinícola en la zona, lo cierto es que ya en el siglo X encontramos testimonios escritos sobre el cultivo de la vid, asociado a los monasterios medievales que allí existieron y su zona de influencia. La falda de la Sierra de la Culebra acoge hoy a una industria vitivinícola incipiente, con un total de ocho proyectos operando en la zona y un objetivo claro: desarrollar una nueva región vitivinícola.
En la actualidad se sigue manteniendo en la región una explotación tradicional del viñedo, usando los pequeños y antiquisimos majuelos que han servido para hacer vino en la familia. Del mismo modo, la viticultura sigue siendo tradicional y respetuosa con el entorno.
Es relevante la altitud ya que los viñedos se encuentran entre los 850 y 950 metros sobre el nivel del mar. También es importante reseñar que los suelos son pobres, un factor que redunda positivamente en la calidad de los vinos. El clima es continental con cierto carácter atlántico: Inviernos fríos con heladas frecuentes, veranos calurosos por el día y con noches frescas.
Todo ello da lugar a vinos frescos, complejos, aromáticos, concentrados y, minerales. Las variedades son mayoritariamente Mencía, Tempranillo, Garnacha y Bruñal en tintas, aunque también hay Cabernet Sauvignon y Syrah, y en blancas, principalmente Palomino, Godello, Moscatel y Verdejo.