Saddle (Amador de los Ríos, 6), el proyecto gastronómico más esperado del año, abre sus puertas el próximo 28 de octubre para convertirse en un clásico contemporáneo de la restauración madrileña. Tras meses de trabajo para garantizar que cada servicio sea único y especial, con todo el equipo funcionando como el engranaje de un reloj y, después de una reforma integral del espacio que en otros tiempos albergase al icónico Jockey, Saddle comienza a escribir su propia historia. Ya está abierto el proceso de reservas.
Con el chef Adolfo Santos al mando de los fogones, Saddle trae a la capital una propuesta gastronómica que gira en torno a la tradición y a la elegancia. La temporalidad es otro de los valores que se defienden con ahínco desde su cocina. Así, para garantizar que en cada momento se sirve producto de máxima calidad, la carta del restaurante ha sido diseñada para cambiar por completo en cada estación, adaptándose a los productos de temporada. Al mismo tiempo, la propuesta se completa a diario con sugerencias de lo mejor que ofrece el mercado.
Platos como el pichón Mont Royal, el lomo de vaca vieja a la moda, el foie gras entier, la gamba roja de Garrucha, las verduras de otoño o el consomé inspirado en una Bullabesa protagonizarán la carta de Saddle durante esta temporada.
El servicio de sala, liderado por Stefano Buscema, será un elemento fundamental y un valor añadido del restaurante, con la finalidad de convertir Saddle en un sinónimo de hogar para sus clientes. Excelencia, confort y bienestar son los principios que cada miembro del equipo ha interiorizado para hacerles sentir como en casa.
En esa búsqueda de la comodidad del comensal, la distribución espacial de este restaurante –de 1.600 metros cuadrados– tiene un papel clave. Para ello, Saddle cuenta con varios espacios diferenciados que dan respuesta a las diferentes necesidades del cliente: la sala, los reservados y el lobby bar.
Coronada por un impresionante lucernario que le aporta gran luminosidad, la sala es la zona del restaurante pensada para vivir una experiencia gastronómica a medida a través de la carta. Del mismo modo, para aquellos que buscan disfrutar de un ambiente más íntimo y discreto, en Saddle dedican una planta completa a sus reservados. En ellos, se puede degustar la misma oferta que en la sala del restaurante con diferentes estancias que se adaptan desde 2 hasta 24 comensales.
Por su parte, el lobby bar es el espacio más ‘casual’ del proyecto. Su propuesta gastronómica gira en torno a la barra de la excelente materia prima de Saddle, que cuenta con una selección de productos que se presentan con gran sencillez para potenciar su protagonismo.
La bodega del restaurante dispone de más de 1.400 referencias seleccionadas por el sumiller Israel Ramírez, basada en una búsqueda incesante de la mejor calidad, el respeto por el entorno y el arraigo por la tradición. Además, Saddle ofrece una selección de 48 vinos por copas, pensados por y para cada momento y tipo de cliente, para que ningún sabor extraordinario quede relegado. Del mismo modo que su conjunto de referencias, esta clasificación de vinos por copas irá cambiando estacionalmente, adaptándose y creando una experiencia personalizada en cada ocasión. Asimismo, la bodega cuenta con 200 referencias de champagne de grandes ‘maisons’ y pequeños productores. Entre estos ‘champagnes’, se ha seleccionado a Dom Perignon para ir de la mano y convertir el restaurante en su embajada. Así, se ha trabajado con la ‘maison’ para hacer una destacada selección de vinos y se ha dedicado a la enseña uno de sus reservados para que los clientes puedan disfrutar de un entorno especial.
Por su parte, el barman Alberto Fernández ha creado una refinada carta de cócteles dividida en tres secciones: sours, clásicos contemporáneos y efímeros, en homenaje también a los productos de temporada. En su diseño, entran en juego tradición y modernidad, dando como resultado una propuesta que bebe de la coctelería clásica sin renunciar a los códigos y tendencias actuales.
Los amantes de los destilados encontrarán en el carro del restaurante más de 460 referencias buscadas minuciosamente con mimo y cariño. Algunas de estas etiquetas proceden de destilerías extintas, lo que supone que entre ellas se encuentren botellas únicas.
La compañía Construye Capital ha llevado a cabo la construcción del proyecto de total renovación de este impresionante espacio. Por su parte, desde Studio Gronda se han encargado del trabajo completo de interiorismo. El resultado es un amplio espacio, dividido en diferentes ambientes, en los que el entorno cobra especial protagonismo a través de materiales nobles como las maderas, la seda o el bronce. La iluminación natural, gracias al lucernario que la preside, o los motivos vegetales, que destacan en el jardín interior, acompañan a la gran protagonista de la sala: la espectacular escultura vectorial que representa una nube en movimiento. En la planta superior, dedicada a los reservados, destaca el gran mural metálico tridimensional de más de diez metros de ancho que representa, con sus pliegues y reflejos dorados, la fluidez y sofisticación del champagne. Por su parte, en el lobby bar el mobiliario y los accesorios han sido diseñados hasta el último detalle para transmitir intimidad y confort.
De esta forma, gastronomía, servicio de sala y espacio se alinean y complementan en un proyecto que llega con un objetivo claro: revolucionar el panorama gastronómico madrileño a través de la excelencia.
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