Gran Clavel regresa del verano con novedades y dispuesto a seguir convirtiéndose en embajada de lo madrileño en la Gran Vía. El espacio, que reúne una Vermutería, Bar de Vinos y Casa de Comidas en el hotel Iberostar Las Letras Gran Vía, presenta cambios que refuerzan su declaración de intenciones: reivindicar la identidad gastronómica de la capital con platos, aperitivos, bebidas y ambientes. Foto Pablo Gómez-Ogando.
La Casa de Comidas de Gran Clavel, restaurante ubicado dentro del hotel Iberostar Las Letras Gran Vía de Madrid, propone un menú del día para el almuerzo -de lunes a viernes- en el que se podrán encontrar los platos más tradicionales de la capital. El comensal podrá elegir entre cinco primeros, cinco segundos y cinco postres por 14,50 €. Los fines de semana se mantiene el menú del día aunque se añaden otras elaboraciones y se incluye como fijo el cocido madrileño, todo ello por 19,50. Dentro de ambos menús, y en línea con la apuesta del Grupo Iberostar por el fomento de la pesca sostenible, todos los días se ofrece como segundo Bacalao al pil pil, elaborado con pescado de origen sostenible certificado por MSC.
El Bar de Vinos mantiene su oferta de cocina abierta de 11 a 1 am, y presenta una carta que añade, a los ultramarinos, Latas y Quesos, Tapas y Raciones y una selección de Clasicazos, desde un Sándwich de pringá y la Hamburguesa de Madrid hasta un Ramen de Cocido. Sigue apostando por una carta de vinos diferente y para todos los gustos. Por botellas y por copas, con gran protagonismo del de Madrid y el de La Mancha, junto a cava y champagne, generosos y dulces, blancos y rosados. Una carta que se divide en dos apartados, para los más conservadores y para quienes quieran probar y dejarse llevar por propuestas algo diferentes: Buenos Conocidos y Apuestas Seguras.
Aquí la novedad de temporada es la reivindicación de otro clásico de las tardes de Madrid: las meriendas. Para ello se proponen diferentes combinaciones de café o té con tarta, pincho de tortilla, montadito de paleta ibérica o sándwich mixto con las que reponer fuerzas a media tarde (con precios a partir de 5,50€).
Por su parte, La Vermutería se ha convertido ya en un referente de la Gran Vía, punto de encuentro imprescindible donde compartir cualquier momento del día. Un espacio donde conviven uno de los mejores desayunos de la zona, las cañas de Mahou y una selección de vermús que va cambiando e incluyen una selección de raciones para rendir tributo al tapeo. En ella se encuentran los mejores quesos y embutidos del puesto de Octavio del Mercado de San Antón, un elenco de buenas Latas -mejillones, sardinas, berberechos-, encurtidos del puesto de Bombas, Lagartos y Cohetes en Vallecas, bocadillos y montaditos más que reconocibles (bocata de calamares o pepito de ternera) y las tapas y raciones imprescindibles del aperitivo castizo (patatas bravas, coquetas de jamón, ensaladilla rusa o albóndigas guisadas). Abierta desde las 8 de la mañana, la Vermutería propone un desayuno típico de Madrid: churros, montadito de ibérico, pincho de tortilla y tostadas.
La apuesta de Iberostar por la gastronomía madrileña
Gran Clavel es un proyecto del hotel Iberostar Las Letras Gran Vía que cuenta con la asesoría gastronómica de Ansón&Bonet. Inaugurado el pasado mes de diciembre, quiere convertirse en embajada de lo madrileño en la zona más emblemática de la Gran Vía con una oferta para cada público marcada por el trabajo con proveedores locales y una cocina respetuosa con los métodos más francos. Así, es una Vermutería -como las de siempre, un Bar de Vinos democrático en el que descubrir una infinidad de zonas vinícolas españolas y donde destacan las madrileñas. Y una Casa de Comidas a la vieja usanza.
¿Por qué Gran Clavel?
Histórica calle del Barrio de Las Letras, la calle Clavel debe su nombre a una anécdota ocurrida en este lugar. Los reyes Felipe III y Margarita de Austria visitaban el pequeño convento de la Concepción Francisca con el Duque de Lerma, el alcalde de la villa y el Caballero de Gracia (fundador del convento). La intención de los reyes era pedirles las dos casas contiguas para ampliar el convento. El Caballero de Gracia se ofreció a regalar otra casa y el Duque de Lerma, para no ser menos, dijo que él daría un nuevo y amplio lugar para las monjas. Como no se ponían de acuerdo, la reina se agachó y cogió cuatro claveles de una mata que había en la huerta y entregó una flor a cada hombre, comprometiéndoles a que cada uno contribuyera a la ampliación del convento.