Roostiq, el emblemático restaurante de cocina de productor ubicado en el corazón de Chueca, celebra la Navidad con sus capones solidarios. El 26 de noviembre se pondrán a la venta 70 capones que han sido criados en libertad en la finca de Ávila en condiciones excepcionales a través de la web roostiqmadrid.com/capon-solidario-roostiq. Los capones se repartirán a las personas que los han adquirido entre el 22 y el 23 de diciembre y tienen un precio de 100 euros cada pieza. Los fondos recaudados de la venta de esta ave se destinarán íntegramente a las ONG Mensajeros de la Paz y Fundación Aladina. La asociación Mensajeros de la Paz fue fundada en el año 1962 por el Padre Ángel y Ángel Silva Sánchez. Esta organización siempre ha tenido como objetivo principal la promoción humana y social de los núcleos más desfavorecidos de la sociedad por lo que ha ido adaptándose a las distintas realidades sociales que ha ido teniendo España y el resto del Mundo a lo largo de sus años de historia. Por su parte, la Fundación Aladina nació en 2005 de la mano de Paco Arango para mejorar la vida de niños y adolescentes enfermos de cáncer. Proporcionan apoyo integral a niños, adolescentes y familiares mediante un equipo de psicooncólogas que ofrece asistencia profesional y gratuita a los niños y a sus familias.
Según Carmen Acero, jefa de cocina de Roostiq, el capón se suele hacer asado o guisado. “Lo que más me gusta es asarlo y meterle unas hierbas aromáticas y un limón para que dé sabor. Además, debajo de la piel se pueden añadir trufa laminada”, cuenta. Pese a las recomendaciones, Acero aspira a que quienes se hagan con el capón solidario de Roostiq den rienda suelta a su imaginación culinaria. De hecho, paralelamente a la venta solidaria de los capones, el restaurante ha impulsado un concurso* de recetas en Instagram. Todos aquellos que cocinen este plato en Navidad, tanto si lo compraron en Roostiq como si no, podrán participar en este concurso. Las instrucciones son sencillas: solo hay que subir un story en Instagram con el capón cocinado, ponerle un nombre a la receta y mencionar al restaurante (roostiqmadrid). El premio del concurso, que comienza el 23 y termina el 31 de diciembre, es una cena para cuatro personas en el restaurante de la calle Augusto Figueroa, 47.
Cocinar capones es una tradición navideña que se remonta muchos años atrás y es especialmente típico de granjas y pueblos gallegos. Es en esta región donde se celebra cada año en torno al 21 de diciembre la Feria del Capón de Villalba, un acontecimiento popular con más de dos siglos de antigüedad y de repercusión internacional. En el caso de los capones de Roostiq, al igual que el resto de sus productos, estos los capones solidarios han sido criados en condiciones excepcionales: en libertad, bajo el sol y alimentados correctamente. “El capón se diferencia del pollo porque al estar capado es menos agresivo, engorda más, infiltra mejor la grasa y se convierte en una carne totalmente distinta”, matiza Acero.
La honestidad, la cocina de productor y, por supuesto, la finca de Ávila en la que se crían la mayoría de los ingredientes de sus platos son la esencia de Roostiq. El restaurante de la calle Augusto Figueroa 47 acaba de cumplir un año reivindicando su máxima: una obsesión por el sabor basada en sus explotaciones ganaderas y agrícolas, inmersas en un periodo de conversión a la producción ecológica.
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