Zalacaín (Álvarez de Baena, 4. Madrid. http://restaurantezalacain.com) es reconocido como un lugar de encuentro en el mundo empresarial y social. Numerosos son los acuerdos y celebraciones que se han cerrado en este emblemático restaurante al que son asiduos políticos, empresarios, financieros y personalidades del mundo de la cultura.
De ahí que sus «corporate rooms» sean constantemente demandados.
En esta tercera etapa, los reservados han tomado más protagonismo. Sus nuevas denominaciones, Catalina, Linda y Rosita, están basadas en las tres mujeres que marcaron el devenir de “Zalacaín, el aventurero”, protagonista que da nombre a este restaurante. Mujeres con personalidades y sentimientos distintos que Pío Baroja sintetiza como nadie en el color de cada una de las rosas que ellas depositan sobre su tumba. Catalina, el blanco de la pureza, con capacidad para 12 personas; Linda el negro de lo desconocido, para 10; y Rosa el rojo de la pasión, para 30.
Todos dan a un jardín privado único en el centro de Madrid, lo que permite tener una reunión confidencial lejos de miradas, sin perder la luz natural y con un marco estético excepcional.
Además, la sala de Zalacaín tiene un aforo máximo de 110 personas y es completamente panelable, lo que significa que todo el restaurante puede convertirse en privados, siempre que lo desee el cliente.
El equipo de sala que dirige Carmen González, se compone por tres metres, cinco jefes de rango, un barman, seis ayudantes de camarero, un sumiller, una guardarropa y una hostess. Como directora de operaciones, ha sido la responsable de ejecutar el proyecto, buscando los niveles de excepcionalidad que la propiedad exige.
Se encarga de dirigir a los equipos, sacar lo mejor de cada uno, medir milimétricamente los detalles y conseguir que la experiencia del cliente en Zalacaín sea inolvidable.
El sumiller en Zalacaín es Raúl Miguel Revilla, discípulo de Custodio López Zamarra, con el que ha trabajado conjuntamente durante 17 años hasta que Custodio se jubiló en 2014. La carta de vinos contiene más de mil referencias entre tintos, blancos, rosados, espumosos, dulces y generosos. Una propuesta que ofrece no solo los clásicos y bodegas con mucho bagaje, si no también pequeños productores que
trabajan para ofrecer vinos únicos, especiales y muy diferentes. Revilla lleva 22 años en Zalacaín y ha estado nominado en 2017 a los Premios Nacional de Gastronomía
en la categoría de Mejor Sumiller.
Por su parte, Julio Miralles, Executive Chef de Zalacaín, produce sus platos y creaciones con la ayuda de un equipo formado por 13 personas en cocina. El concepto
gastronómico de este emblemático restaurante sigue basándose en la excelente elección del producto, en la cocina de fondos y raíces y en las sugerencias fuera de carta con producto de temporada.
Miralles explica que ha cambiado sobre todo la percepción visual que recibe el cliente, puesto que en esta tercera etapa se ha intentando dar luz a los platos de siempre.
Proyecto de renovación a cargo de LaFinca
El proyecto de remodelación y decoración elaborado por el equipo de ‘LaFinca Arquitectura y Diseño’, bajo la dirección de la arquitecta Raquel Castellanos, ha conseguido crear ambientes únicos tanto en su sala principal como en sus míticos reservados donde la luz es la protagonista y se presenta como hilo conductor de los diferentes espacios. En la elección y el uso de los materiales destacan los revestimientos de seda natural. Diseño innovador con aspectos textiles y
metalizados. Chapados de madera de raíz de nogal americano, aportando calidez y elegancia a las distintas estancias. La piedra natural utilizada en elementos representativos (encimeras de baños y barra de cóctel), confiere a los mismos
singularidad y carácter escultórico. Ningún detalle en Zalacaín está depositado al azar.
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