Valencia cuenta con un importante buque insignia de la gastronomía vegetariana y vegana desde su apertura, en Fallas de 2014. Se trata del restaurante Oslo, situado en el casco antiguo de la ciudad, en un edificio de 1850 y de arquitectura típica valenciana. Oslo ya es toda una institución que atrae tanto a vegetarianos como omnívoros, lugareños y extranjeros, que encuentran en su oferta una alternativa saludable.
Inspiración nórdica
Su propio nombre ya indica que aquí se come fresco, sano, con ingredientes de temporada, con mucho consumo local y de kilómetro cero. También las famosas líneas puras y minimalistas de la decoración de los países nórdicos, que se encuentran en el restaurante Oslo, casan perfectamente con una presentación de platos simple pero efectiva, sin artificios ni extras injustificados. Todo aquí es transparente, saludable y diseñado con criterios nutricionales.
La carta del restaurante vegetariano Oslo cuenta con numerosas propuestas veganas y sin gluten, y una estructura pensada para compartir. Entre las opciones de tapas, un “faux Grass” vegano, muhammara, ragú de portobello y setas silvestres o una focaccia de murakasi (boniato morado japonés) abren el apetito. Se sigue con un apartado de ensaladas y platos ligeros, como tartar caprese, huevo campero con espárragos y setas salteadas o un ceviche tradicional elaborado con langostinos vegetales. En la sección de segundos platos destacan algunos éxitos, como la pasta fresca rellena de calabaza, ricota, amaretti y pesto de pistacho; arroz meloso de rovellones o un sushi poké. Para terminar, algunas opciones golosas como crème brûlée con helado de violetas, crema inglesa vegana con manzana en tres texturas o una tarta de castaña y cacao.
De toda la repostería vegana se encarga Olga Vázquez, propietaria del restaurante, quien vive con pasión la gastronomía veggie. También ella misma, junto al equipo en cocina, ha diseñado toda la carta, basándose en el uso de superalimentos e ingredientes con altas propiedades nutricionales, como kale, anacardos, quinoa, aguacate, boniato ecológico o germinados. Para eso, el restaurante Oslo cuenta con la mayoría de proveedores de proximidad, a los que solo compran los productos de temporada que se encuentran en su momento óptimo de consumo. Además de la carta, también dispone de un menú de mediodía de lunes a viernes.
Un aire fresco en la decoración
El local está dividido en dos plantas. A nivel de calle cuenta con algunas mesas, una gran barra de trabajo y una coqueta terraza con capacidad para 12 comensales. La entrada está presidida por una imponente lámpara fabricada en madera natural y compuesta por óvalos concéntricos que crean juegos de luces y sombras que varían con las brisas al paso de los clientes.
En la planta superior toman gran protagonismo los grandes ventanales que dejan entrar mucha luz natural, lo que aporta gran calidez al espacio. Destacan los tonos grises, hueso y blanco salpicados por algunos elementos de color que funcionan como contrapunto alegre en una estética elegante y minimalista. El acondicionamiento acústico es otro de los aspectos más destacados del restaurante Oslo, a caballo entre la funcionalidad, la estética y el arte. Del techo cuelgan unos paneles fonoabsorbentes que dan una sensación de máxima altura sobre el observador y mínima, a medida que la visión se aleja. Este material se ha colocado respetando la bóveda original de este edificio singular, convirtiéndose en un lienzo suspendido gracias a los cambios de colores. Tanto la lámpara de la entrada como los paneles de la planta superior son obras exclusivas para este restaurante diseñadas por el arquitecto Manuel Diaz Nebbia; diseños exclusivos y artesanales que se suman a la decoración, respetando el estilo nórdico-valenciano del local.
El resto de materiales elegidos en esta nueva decoración mantienen la elegancia y estilo que caracteriza al restaurante Oslo, pero aportando un aire más fresco, como las sillas Bai, de Ondarreta, de líneas envolventes y aspecto noble y cálido; las del modelo Mava, de Punt Mobles; o el modelo Unnia, de Inclass, unas piezas polivalentes de pureza conceptual. Elementos, en definitiva, que mezclan con maestría un estilo clásico y contemporáneo.
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