En su empeño por mimar la tradición, aterriza en Roostiq (Augusto Figueroa, 47. Madrid) el «pollo de la abuela», una nueva receta que llega al restaurante tras el éxito del pollo de la finca a la brasa y con salsa de tomate. Este plato se cocina lentamente en el fuego directo, dentro de una cocotte de Le Creuset. Así, Roostiq incorpora a su carta una nueva forma de cocina: el guiso. Cebolletas, vino blanco, aceite de oliva, mantequilla, romero, tomillo, sal, pimienta y dos pollos. Éstos son los ingredientes de una receta inspirada en la abuela de Carmen Acero, la jefa de cocina de Roostiq. El plato se sirve al comensal acompañado de patatas fritas.
¿Por qué no tener en carta un buen guiso? Así, respondiendo a esta pregunta, aterriza en Roostiq el pollo de la abuela. Esta receta exquisita y sabrosa, de las de toda la vida, está inspirada en un pollo en salsa que Carmen Acero, la jefa de cocina del restaurante, comía cada domingo en casa de su abuela. La importancia de este nuevo plato, que llega a Roostiq respaldado por el éxito del pollo a la brasa con salsa de tomate, no acaba ahí. El pollo de la abuela supone también la incorporación de una nueva forma de cocina: el guiso.
Este plato, elaborado con dos pollos, cebolletas, vino blanco, aceite de oliva, mantequilla, romero, tomillo, pimienta y sal, se hace muy lentamente en una cocotte de Le Creuset, una cacerola capaz de conservar muy bien el calor y en la que todos los ingredientes se cocinan de forma pareja. “La cocotte también aporta un cocinado especial”, explica Carmen Acero. Por eso, el pollo de la abuela de este restaurante de la calle Augusto Figueroa, 47, se presenta al comensal en una cocotte exclusiva y especial que el restaurante ha adquirido únicamente para la ocasión. La receta se sirve acompañada de patatas fritas. Éstas, al igual que los pollos y el resto de productos de la carta, han sido cultivadas en la finca de Ávila.
A este pollo de la abuela lo avala el sello de calidad propio de Roostiq. Los pollos han sido criados sin prisas y en libertad, alimentados con buenos cereales y praderas de hierba. Por supuesto, estos pollos han crecido en la finca de 150 hectáreas de Ávila, lugar reúne todas las condiciones para que estos animales se críen con una calidad óptima.
La incorporación de una cuarta variante de fuego, la cocción, es un hito para Roostiq, pues la llama es, junto con los productos de finca, el elemento que da forma a su propuesta gastronómica.
Un restaurante de finca
Este restaurante de finca, que nace en el corazón de Chueca, en el número 47 de la calle Augusto Figueroa, obtiene sus productos de su propia finca de 150 hectáreas en Ávila, y los elabora a través de su cocina a fuego en tres variantes: fuego de leña en su horno napolitano, fuego a carbón en su parrilla y fuego directo, salteando el alimento a la llama. Una forma de entender la cocina que nace del sumo respeto por el producto de calidad. La carta honesta y breve de Roostiq evoluciona según los alimentos de temporada que llegan a Madrid desde su finca. El concepto gastronómico de Roostiq ha sido la base utilizada por la arquitecta y diseñadora de interior María Villalón para crear el ambiente del restaurante donde la cocina a la vista es la gran protagonista.