Hace poco más de un año, tras casi 65 años de servicio, que el Restaurante Verruga de Lugo cerró sus puertas por jubilación de sus propietarios y hoy se ha presentado en la Delegación de la Xunta de Galicia en Madrid/Casa de Galicia el libro “Restaurante Verruga: historias y recetas” que rememora lo vivido en el popular local lucense, por el que pasaron presidentes de gobierno, como Adolfo Suárez, y artistas de renombre, como el actor Charlton Heston. Una obra de recuerdos que contiene el recetario del Verruga y ha sido escrita por Miluca Real Vázquez y Luis Latorre Real, que también la ha editado, y prologada por el periodista José María Carrascal. Una parte de los beneficios que generen sus ventas se destinarán a la Asociación de Padres o Tutores de Personas con Discapacidad Intelectual de Lugo (ASPNAIS).
En el acto intervinieron Miluca Real Vázquez, Luis Latorre Real, el periodista José María Carrascal y la coordinadora de Actividades Económicas de la Casa, Ana Rodríguez, que lo hizo en nombre del delegado de la Xunta de Galicia y director de la Casa de Galicia, José Ramón Ónega, también lucense.
Rodríguez apreció que los autores del libro, “utilizando el local como protagonista, han querido reflejar una parte muy interesante de la historia de Lugo y de los lucenses que fueron clientes de la casa”. Resaltó asimismo la gastronomía de la provincia de Lugo como una de sus grandes excelencias –así como de toda Galicia- que “permite imaginar todas las cosas buenas que rodean el acto de comer: los viajes, la compañía de los amigos, el conocimiento de nuevas personas y nuevos lugares”.
Miluca Real Vázquez hizo un repaso por la trayectoria del restaurante, basada en la tradición culinaria gallega y en la calidad del producto. La historia del Verruga fue la de su familia, su madre Emilia Vázquez -fundadora del restaurante junto a su marido Cándido Real- y la del matrimonio formado por la propia Miluca y su esposo Luis Latorre, que estuvo 40 años vinculado al negocio desde el mismo día de su boda.
Tuvo un emocionado recuerdo para todo el personal del Verruga que durante tantos años colaboró en el éxito del restaurante e hizo una especial mención a Carlos Rodríguez, el que fue cocinero del prestigioso restaurante Currito de la Casa de Campo de Madrid, maestro y amigo que ayudó notablemente al éxito del Verruga y a su renovación.
Miluca hizo una encendida defensa de la cocina tradicional, de su validez como cocina de calidad frente a las modas, legítimas, de la llamada “nueva cocina”. “Ambas son perfectamente compatibles, pero hay que luchar contra esa idea preconcebida de que solo la nueva cocina refleja calidad. La cocina de siempre, la tradicional de nuestras madres y abuelas es como mínimo igual de buena que las demás”, subrayó.
Por su parte, Luis Latorre, hijo de Miluca y editor del libro, habló sobre las dificultades que un escritor afronta a la hora de sacar a la luz su “hijo cultural”, de la importancia que tuvo, a la hora de llevar a cabo el proyecto, el apoyo de José María Carrascal al escribir el prólogo desinteresadamente y de la vertiente benéfica del libro, que colabora con ASPNAIS. Hizo por último un recordatorio de la figura de Patiño, el gran pintor gallego que hizo un cuadro para el Verruga que ilustra la portada del libro.
Madre e hijo recordaron también anécdotas contenidas en el libro e incluso alguna que tuvo lugar durante su redacción y preparación. “Mis abuelos y mis padres dedicaron toda su vida a defender la buena mesa y el libro pretende ser un recuerdo de esa entrega”, apuntó Luis Latorre.
Carrascal, que vivió en Lugo durante años en su infancia, se refirió a la dificultad que entraña destacar en el ámbito en el que lo hizo el Restaurante Verruga, el de la restauración de Lugo, debido a la tradición, la oferta, la pericia y la competencia que en ese campo reúne la ciudad. Rememoró el local como punto de encuentro y lugar de largas reuniones en torno a la mesa y ensalzó la comida tradicional frente a nuevas tendencias como “el resultado de hacer los alimentos naturales lo más sabrosos y digestivos posible, realzando sus sabores naturales sin que haya manera de confundirlos”. También afirmó que en su cocina “la verdad residía en poner cada elemento en su sitio, desde el pan a los postres, debidamente acompañado”.
“Nadie podía sentirse engañado y la sorpresa solo podía llegar por la excelencia de la condimentación, en la que no se había ahorrado en calidad ni en tiempo invertido en ella”, añadió el que fuera uno de los conocidos comensales del Restaurante Verruga.