El restaurante (Aduar, 12. Marbella, Málaga) da un salto como referente en la Costa del Sol con una apuesta por la temporalidad extrema, donde los proveedores y sus productos serán quienes marquen la estructura del menú cada semana. Su bodega, otro de sus grandes atractivos, acompaña a los tres menús orquestados por el chef Jaume Puigdengolas. Un acogedor espacio preparado para que dieciséis comensales disfruten de una experiencia marcada por la innovación y el producto.
El restaurante creado por Marcos Granda apuesta por dinamizar su menú confiando en la temporalidad extrema al servicio de la disponibilidad de sus proveedores. Por ello, el objetivo de Skina es ofrecer un nuevo menú cada quince días, convirtiendo las visitas a su restaurante en una experiencia única tanto para el cliente que acude por primera vez como para su público más fiel.
El equipo de Skina, que obtuvo en 2009 su primera estrella Michelin, trabaja con precisión y sin descanso para superarse día tras día. Capitaneados en la cocina por Jaume Puigdengolas, han desarrollado una cocina muy personal con especial atención al producto y su entorno para poder plasmar lo mejor de Marbella y Andalucía en cada plato, evolucionando, jugando con la temporalidad y respetando el sabor.
Por su parte, la bodega de Skina representa una dimensión única que sorprenderá a los aficionados de todos los gustos y niveles. Y es que Marcos Granda ha realizado una apuesta muy personal en este campo, seleccionando etiquetas de pequeños productores, rarezas casi extinguidas en el mercado y añadas destacadas de grandes vinos. Para ello acude a subastas, coleccionistas y tiendas especializadas en las que encuentra esas botellas especiales que componen una carta para disfrutar, en la que por supuesto tampoco faltan las referencias más representativas de las principales bodegas nacionales e internacionales. Todas ellas cobran un protagonismo especial en el menú Grand Cru, donde se ofrecen maridajes especialmente atractivos.
Skina combina ubicación, con su fuerte arraigo a Marbella, con la pasión que se respira desde su concepto y su cocina. Un rincón consagrado al gusto en el que únicamente dieciséis comensales pueden cenar cada noche, si bien en verano amplía su capacidad hasta veintiséis plazas gracias a su terraza, sin olvidar nunca esta sensación de acogida, calidad y apuesta por la renovación constante basada en el producto.
