Una cebichería, un restaurante peruano con producto local, de estética marinera y una relación calidad-precio sorprendente. Gastón Acurio ama Barcelona y quería volver a España, si es que nunca se ha ido, con restaurante propio y propuesta única. Lo hace con Yakumanka, un tributo a las cebicherías populares de Perú con platos erigidos en mente de chef, que ha encontrado en el Eixample barcelonés el espacio idóneo para erigir un concepto eminentemente marino. Yakumanka significa olla de agua en quechua. “Nuestros pescados son salvajes, como nuestros cocineros”, comenta Acurio. Para demostrarlo, ha situado como jefe de grupo a su alter ego más potente. César Bellido, quien fuera jefe de cocina en Astrid&Gastón -el emblemático restaurante alojado en la Casa Moreyra de Lima, actualmente el 33º mejor restaurante del mundo según The World’s 50 Best- es la mejor muestra del compromiso con el que Acurio vuelve a empezar en Barcelona.
Yakumanka se presenta como un híbrido entre el restaurante La Mar -la marca más exitosa de Acurio con locales en varias ciudades del mundo- y Barra Chalaca -la barra más divertida de Gastón en Lima-, un restaurante que el peruano quería situar en Barcelona “y maridar con el producto y la forma de ser local”. Se trata de un proyecto de sello inconfundible pero trabajado y pensado para Barcelona con guiños en carta, que comunica en peruano para integrarse en producto, “¡siempre frescaso!”, añade en nomenclatura propia de Acurio el director del local, Alonso Ferraro. Tratar al producto, mimarlo sin congelarlo para completar propuestas suculentas y reconocibles de la cocina popular peruana, elaboraciones que llegan a Yakumanka en su formato más informal, con platos abundantes y estética acorde firmada por el diseñador peruano Morandi Arcela.
Una cebichería con “b” en la que la materia prima es la misma con la que trabajaría Acurio en su restaurante más lujoso; el precio, no. Con un ticket medio de 35€, “he querido trasladar el ambiente y las vivencias también gastronómicas de una cebichería peruana, midiendo al segundo cocciones y pasos por cocina, sellándola y adaptándola con producto a la ciudad y a la tierra que me acoge”. Acurio ama Barcelona, por Adrià, por Roca, “por la gente”. Este es su regalo, la cebichería de Barcelona.
Un regalo con cocina vista, barra larga donde trabajan los chefs cebiches y tiraditos, y mesas de madera para compartir y disfrutar. Con lámparas artesanas de Cadaqués, remos y atrezzo marino ad hoc –el respaldo de los taburetes, por ejemplo, muestra las banderas de los barcos pesqueros peruanos-, propone en paredes y pizarras con sugerencias –para quien quiere alargar el homenaje-, y completa una cocina y una minuta diseñada al milímetro un equipo de sala alegre, que te traslada a la fiesta inherente de una mesa en Lima o en el Callao. Lo hace maridando la experiencia también con piscosour y otros cócteles de nombres sugerentes a base del destilado de uva más famoso del Perú (Chilcanos Clásico, con pisco acholado y zumo de lima; Chilcano Hinojo, con pisco infusionado con naranja, hinojo y citronella; Abusiva, con pisco infusionado con cardamomo, jarabe de lima y cava, y Chilcanazo, con pisco acholado zumo de maracuyá, albahaca, hierbabuena y huacatay). Imprescindible el Capitán Barcelona, con partes iguales de vermut y pisco; un guiño a la ciudad que lo acoge.
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