En España hay diversos humedales acogidos a este convenio, algunos naturales, como Doñana, el más importante de nuestro país, y otros artificiales creados para la producción de sal. Entre estos últimos destacan salinas de referencia como las de Ibiza, Santa Pola o el delta del Ebro. Todos estos parajes han sido declarados como Parque Natural por la consideración social y política de la que gozan, amén de la función ecosistémica que ejercen en sus respectivos entornos.
Así, estas extensiones de humedal artificialmente creadas (mediante el agua que se toma del mar y se conduce por diferentes lagunas de poca profundidad) generan, gracias a su naturaleza salobre, además de una importante industria salinera, las condiciones para que estos ecosistemas sean el medio en el que viven y nidifican múltiples especies de aves, como garcetas, avocetas, charranes, patos y el animal más simbólico de las salinas: el flamenco.
De hecho, la Convención de Ramsar pone un gran énfasis en la protección de la biodiversidad, entre otras misiones de los humedales. Concretamente el organismo transnacional habla de los humedales como ecosistemas “indispensables por los innumerables beneficios o «servicios ecosistémicos» que brindan a la humanidad, desde suministro de agua dulce, alimentos y materiales de construcción, y biodiversidad, hasta control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático”.
Ocurre, no obstante, que sucesivos estudios han venido demostrando que la superficie y la calidad de los humedales siguen disminuyendo en la mayoría de regiones del mundo y, en consecuencia, los servicios de los ecosistemas que los humedales proporcionan a las personas se encuentran en serio peligro. Ese es el gran reto al que se enfrentan los países miembro de la Convención.
En el caso de España esto devuelve foco sobre las salinas y, más concretamente, sobre la mencionada industria salinera. Sin esta industria, los humedales más extensos del litoral español no existirían. “Nosotros invertimos grandes recursos en generar estos ecosistemas porque, entre otras cosas, nos interesa a nivel productivo. La inversión sirve para mantener activos estos enormes humedales que albergan innumerables especies de plantas, peces y aves de toda clase”, afirma Gonzalo Díaz, presidente de Salimar, asociación que agrupa a cinco salineras con el 85% de la cuota de mercado del sector.
En ese sentido, la sal marina, que se obtiene por evaporación natural, por la acción del sol y del viento, es en gran medida artífice de estos ecosistemas que a su vez retroalimenta la producción de la sal, creando así una simbiosis entre industria y medio ambiente de forma que una sin la otra no existiría. Esa simbiosis será celebrada el 2 de febrero en la conmemoración por vigesimotercer año consecutivo del Día Mundial de los Humedales.
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