Con este proyecto, Juanma Urban y su mujer María José Serra, quisieron demostrar al mundo que es viable vivir una experiencia 100% sostenible en plena naturaleza. Su aporte económico inicial fue de 6.000 euros, pero gracias a microcréditos, bancos éticos y muchas personas que les apoyaron, hoy Mar
de Fulles es una realidad.
El complejo está construido con cal, madera y termoarcilla y, en sus inicios, se plantaron 40.000 alcornoques para compensar las emisiones de CO2 de la construcción. “Somos neutros en CO2 y nuestro compromiso es mantener la negatividad en CO2”, asegura Juanma Urban. Además, la red de caminos que recorre el entorno se realizó a pico y azada durante año y medio sin utilizar medios mecánicos. Mar de Fulles funciona exclusivamente con energía solar, iluminación de bajo consumo y circuito cerrado de agua de un pozo propio con depuradora de filtros verdes. Muchos de los productos que utiliza en su cocina se cultivan en el propio huerto, sin utilizar ningún producto químico. Y, los productos que no proceden de su huerta ecológica son, en su mayoría, de productores de la zona o de comercio justo.
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