La naturaleza y el terruño con sus ciclos y frutos, las personas y su sabiduría, la tradición local y el respeto por el legado recibido son claves en la creación de Abadía Retuerta LeDomaine como destino experiencial. Por ello, durante tiempo se acarició un sueño que ahora se ha hecho realidad. Se trata de un proyecto humilde pero muy ilusionante, un huerto justo donde los monjes de la Orden Premonstratense en el siglo XII también cuidaban de sus verduras y hortalizas. Se ha recuperado su actividad y también su forma de acercarse y mimar la naturaleza.
El chef Marc Segarra, al frente de Refectorio (una estrella Michelin) y Vinoteca, y responsable de la oferta culinaria global del hotel, se ha involucrado totalmente y se siente feliz con el resultado. La suya es una cocina con arraigo, con una mirada de vanguardia y con la búsqueda permanente de la excelencia como objetivo. Y en línea con su discurso local y de temporada, tres veces por semana se acerca a la tierra para recoger ingredientes que, con toda la frescura, los comensales degustarán poco después.
Situado a orillas del río Duero, ocupa unos 1.200 metros cuadrados. En este primer año y con la intención de observar cómo se comportan las especies, se han plantado 90, de las cuales una decena son diversos tipos de tomate.
Biodinámico y sostenible
Se trabaja de forma tradicional y bajo la filosofía biodinámica, que se traduce en realizar las distintas tareas de acuerdo con las fases de la luna y de la situación de los astros. Además, el estiércol es ecológico de una granja cercana de ovejas; también se utilizan hierbas de la propia finca, como la ortiga o la cola de caballo que, además, se dinamizan (mezcla con agua y agitación posterior) en barricas de roble procedentes de la bodega donde han envejecido los vinos. En definitiva, es una manera simbólica de cerrar círculos y de poner en relación las distintas actividades que tienen lugar en la finca.
Otra conexión entre el viñedo y la huerta está relacionada con el uso del raspón de los racimos o la parte leñosa de los mismos. Después de realizar un compostaje de unos cuatro años, se utilizan a modo de mulching que sirve como abono y para contener la aparición de malas hierbas.
Para Abadía Retuerta LeDomaine la sostenibilidad es clave y el ahorro de agua, por tanto, capital. Como en las viñas, se apuesta por el riego por goteo, que permite aprovechar al máximo este recurso escaso. De hecho, es suficiente regar la huerta durante un período de una a tres horas y tan solo dos días por semana.
En cuanto al diseño, es muy sencillo. Son seis zonas y en la primera línea, crecen plantas aromáticas en barricas de la bodega cortadas por la mitad. Precisamente, se recogen aromáticas para el ritual de lavado de pies que se realiza en el spa, siguiendo, asimismo, el buen ejemplo de los monjes. La segunda línea, trabajada en grandes cajones con tierra, son flores destinadas a la decoración del hotel. Existe otra área de flores porque éstas atraen insectos que ayudan a la polinización y son predadores de otros insectos causantes de plagas o enfermedades.
Las hortalizas se cultivan en cajones más grandes y existen cuatro líneas que utilizan un sistema distinto de tierra cubierta con compost y donde se planta con mucha más densidad y los cultivos rotan. Finalmente, se encuentran una zona combinada de flores y frutos rojos, y una de surcos tradicionales con árboles frutales y cultivos que necesitan más espacio como la calabaza, los melones o las sandías.
Nueva experiencia única para huéspedes
En función del momento del año, Segarra recoge tomates, kale o calabacines y una amplia selección de aromáticas le ponen una verdadera nota de color, aroma y sabor a sus platos. Pero no solo él y su equipo disfrutan de este maravilloso rincón natural. Los viernes y domingos, a las 12.30 horas, los huéspedes pueden asimismo conectar con la tierra.
En ese momento, son guiados hasta el huerto e invitados a recolectar con sus propias manos. A continuación, se realiza una degustación de los frutos acompañados con aceite de Castillo de Canena y maridado con uno de los vinos Winemakers’ Collection. La actividad tiene una duración de una hora, está diseñada para 4-12 personas y es imprescindible reservar. Precio por persona: 20 euros.
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