Este coqueto alojamiento rural, ubicado en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja Alta), es la opción ideal para desconectar de la rutina de la ciudad y descubrir las bodegas y la gastronomía de la zona. Cuenta con 12 habitaciones dobles, cuatro con vistas al pueblo y el resto con vistas al viñedo, decoradas con muebles antiguos restaurados y especialmente diseñadas para descansar. Además, el establecimiento acaba de renovar las zonas comunes: se han ampliado el honesty bar y la biblioteca y se ha creado una sala chill out.
Abierto hace cinco años, Casona del Boticario es un pequeño hotel situado en una de las regiones vinícolas con más prestigio dentro y fuera de nuestras fronteras: La Rioja Alta. En pleno centro de San Vicente de la Sonsierra, a 35 km de Logroño, este alojamiento es el proyecto más personal de Mayang Sáez, una exdirectiva de televisión reconvertida en hostelera que ha conseguido hacer de su alma de anfitriona nata un modo de vida. Junto a su marido, Benito Perelló, arquitecto de profesión y con fuertes vínculos familiares en el municipio riojano, reformaron un edificio señorial del siglo XVIII perteneciente a sus antepasados –y que fue residencia de boticarios del pueblo durante siglos– para convertirlo en un hotel con magia y encanto, dirigido al público adulto y especializado en enoturismo. Mayang ha trasladado el mimo con el que atendía a sus familiares y amigos al público que visita La Rioja en el marco de un hotel concebido como un hogar.
Vistas, confort y silencio
Casona del Boticario alberga 12 amplias habitaciones dobles. Todas ellas ofrecen unas vistas privilegiadas, unas a la calle principal, con sus bellas fachadas blasonadas, y otras al mar de viñedos que se extiende tras el edificio. Están decoradas con muebles antiguos heredados de diferentes épocas, que han sido restaurados uno a uno por el matrimonio, y equipadas con todas las comodidades que busca el huésped del siglo XXI: cuentan con colchones de grosor especial para un óptimo descanso, carta de almohadas y sábanas de algodón egipcio; además, ofrecen insonorización total, televisión interactiva, climatización individual y duchas con hidromasaje. En definitiva, Mayang y Benito han sabido combinar con acierto el estilo de época con los materiales y las necesidades de nuestro tiempo.
A las estancias con las que contaba Casona del Boticario en su inauguración, se suma ahora una confortable habitación doble superior, decorada con muebles antiguos, restaurados con todo cariño y que pertenecieron a la familia. Cuenta con una gran terraza con barandilla de cristal que sobrevuela los viñedos, con la sierra de Cantabria de fondo. El baño dispone de todas las comodidades, entre ellas ducha de hidromasaje.
La Casona del Boticario dispone además de varias salas de estar muy tranquilas, donde leer o contemplar las vistas mientras se toma una copa de vino. Recientemente, estas zonas comunes han sido renovadas: se han ampliado el honesty bar –en el que cada huésped puede servirse a su gusto lo que quiera y a la hora que quiera como si estuviera en su propio hogar– para dotarlo de mayor luminosidad, dividiéndolo en diferentes ambientes, y la biblioteca –que dobla su tamaño y luce nuevos muebles familiares de los siglos XIX y principios del XX–, y se ha creado una sala chill out, amueblada con tarbas árabes y sillones Chester y decorada con velas de aromaterapia. Además, ahora que el tiempo acompaña, el cuidado jardín es el lugar más codiciado a la hora de relajarse.
En su afán de tratar a los huéspedes como si fueran de su propia familia, Mayang prepara todos los días un desayuno casero con productos locales y de la máxima calidad. Para ello, se acerca todas las mañanas a la panadería del pueblo para recoger barras de la primera hornada y bollería casera. También sirve fruta recién cortada y zumos naturales.
TURISMO ENOLÓGICO Y CULTURAL
Los viajeros logran sentirse como en casa gracias a la hospitalidad de sus propietarios, siempre dispuestos a recomendarles actividades a su medida en los alrededores. Mayang conoce a casi todos los bodegueros de la comarca y diseña visitas tanto a pequeñas y curiosas bodegas, como a las más grandes y conocidas. Y es que San Vicente de la Sonsierra –a 35 kilómetros de Logroño, 11 de Haro, 4 de Briones y 5 de Labastida– es uno de los principales municipios vitivinícolas de La Rioja.
Además, en el mismo San Vicente se puede disfrutar de la belleza del paisaje riojano –surcado por varias rutas de senderismo– y de importantes enclaves culturales, como el puente medieval sobre el Ebro, los restos del castillo, la iglesia gótica de Santa María la Mayor –con un valioso retablo– o la ermita románica de Santa María de la Piscina y su necrópolis medieval. Los amantes del enoturismo disfrutarán especialmente de los guardaviñas –construcciones típicas de piedra– y del llamado conjunto de Zabala –que se puede considerar una primitiva bodega de elaboración de vinos blancos y rosados–, así como de una decena de lagares rupestres, junto con la prensa rústica mejor conservada de todas las conocidas que allí se encuentran.
La aceituna de mesa es uno de los alimentos más representativos de la Dieta Mediterránea…
Ya están abierta las inscripciones para H&T, Salón de Innovación en Hostelería, que tendrá lugar…
El Ayuntamiento de Sueca, a través de la Concejalía de Comercio, ha puesto en marcha…
HABLA Nº34 (28 euros) es un Tempranillo fruto de la añada 2021, concebido para celebrar,…
El Patronato de la Denominación de Origen Queso Manchego ha procedido a la elección de…
El Mejor Cortometraje rodado en la D.O. Rueda ha sido para La Celestina, de Rodrigo…