El turismo enológico se ha convertido en una de las actividades de ocio con mayor crecimiento de los últimos años, impulsando a las bodegas a crear nuevas experiencias y ofertas para visitantes de un perfil muy variado, pero con un elemento en común: el gusto por el vino y la naturaleza. Este es el marco en el que nace el llamado enoturismo “a la carta”, una forma diferente de vivir la viticultura en la que el visitante decide hasta el último detalle.
Las bodegas MGWines han apostado por seguir esta senda de lo singular, haciendo de sus propuestas de enoturismo unas de las más llamativas de España. “Rutas a caballo, una cata sensorial, la elaboración de un vino propio… Estas son algunas de las experiencias que nos han solicitado y que hemos vivido con los clientes”, explica María Miñano, directora de Enoturismo en MGWines, quien añade que “el perfil de nuestros visitantes es muy diverso, desde personas solas hasta grupos de amigos, pasando por familias con niños. Somos bodegas familiares, así que abrimos con naturalidad las puertas de nuestra casa, contamos nuestra historia y dejamos que disfruten de nuestros vinos tal y como ellos lo hayan elegido”.
Más de 2.000 personas
Así pues, solo en 2018 más de 2.000 personas eligieron unas de estas experiencias personalizadas para realizar una escapada. Una cifra que sigue creciendo año tras año, impulsada por la variedad de entornos en los que la firma bodeguera ubica sus bodegas y viñedos. Destinos como la alicantina Sierra de Salinas, los escarpados valles de El Bierzo y sus vides centenarias o la ruta del vino de Bullas, son algunos de los lugares que están alcance de cualquier curioso, y en cuyas visitas siempre hay espacio para la cata de vinos elaborados con uvas autóctonas de cada región.
Un turismo que mira hacia la Q de Calidad Turística
España es uno de los países referentes en enoturismo, con más de 900.000 hectáreas de viñedos y 4.734 bodegas, entre las que cada vez es más habitual ofrecer este tipo de actividad. Sin embargo, la capacidad para ofrecer una experiencia personalizada ya empieza a ser un factor clave para muchos visitantes.
“En nuestro país solo 17 bodegas están reconocidas con la Q de Calidad Turística, de las cuales cinco forman parte de MGWines. No existen dos visitas iguales, así que la mejor forma agradar al cliente es ofreciéndole calidad y la posibilidad de tener un día único, pensado por y para él”, afirma María Miñano, que recapitula algunos de los momentos más especiales que se han visto entre barricas: “Hemos vivido pedidas de mano, bautizos, catas en las que gente se ha emocionado con sus amigos… Hay mucha diversidad, pero todas las experiencias que se viven en bodega están ligadas a las emociones, como el concepto slow enology que refleja nuestra forma de entender el vino”.
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