La consellera Meritxell Serret preside el acto de presentación del proyecto de variedades ancestrales en el que colabora el Incavi y que recupera el patrimonio vitivinícola catalán.
La Familia Torres celebra la primera vendimia de la Moneu en el Penedès, la variedad de uva tinta ancestral localizada cerca de Querol (Tarragona) hace casi veinte años y sometida a un largo y exhaustivo proceso de recuperación. El éxito en la reintroducción experimental de esta variedad en la viña del Penedès, concretamente en el Castell de la Bleda (Santa Margarida i els Monjos), llevada a cabo el año pasado por medio de la técnica del reinjerto, y la buena adaptación al terreno permitirán al equipo técnico de Torres vinificar la cosecha de este año y ratificar así el interés enológico que ha demostrado tener la variedad en pruebas a pequeña escala realizadas con la uva plantada en la finca experimental del Aranyó (Lleida).
La quinta generación de la Familia Torres, representada por Miguel, director general, y Mireia, directora de Innovación y conocimiento, ha presentado oficialmente la Moneu en el Castell de la Bleda, en un acto presidido por la Consellera d’Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació de la Generalitat de Catalunya Meritxell Serret. El acto también ha contado con la presencia del director del Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI) Salvador Puig. Los castellers de Vilafranca han puesto el punto y final con una exhibición a pie de viña.
Según la consellera Serret, «actos como éste son un estímulo para el sector. Recuperar variedades ancestrales es una buena manera de proyectar futuro, y desde la Administración estamos comprometidos a seguir acompañando todos estos proyectos que nos permiten aprovechar las oportunidades que ofrecen los mercados y hacer frente a retos tan importantes como es la adaptación al cambio climático”.
La Familia Torres ha explicado el proyecto de recuperación de variedades ancestrales que inició Miguel A. Torres, cuarta generación, hace más de 30 años y gracias al cual se han podido rastrear y recuperar cerca de 50 variedades. La moneu es una de las seis variedades ancestrales con gran potencial enológico con la que se está experimentado con mayor intensidad con la colaboración del INCAVI.
La primera vendimia en el Penedès de la moneu supone un paso adelante en la recuperación del patrimonio de esta región vitivinícola milenaria – y de Catalunya en general -, haciendo aflorar aquellas variedades responsables de la riqueza y diversidad del mosaico vitícola de antes de la llegada de la filoxera. Según Miquel Torres Maczassek, «la Moneu es una joya enológicamente hablando y estamos convencidos de que puede aportar valor al Penedès, no solo porque es una uva autóctona que permitirá hacer vinos realmente únicos, sino también porque es muy resistente a la sequía y a las altas temperaturas, lo que la hace especialmente interesante de cara al cambio climático».
Una variedad del pasado, posible solución de futuro
La viña es especialmente sensible al aumento de las temperaturas y la sequía que son consecuencia del cambio climático y provocan un adelanto en la vendimia, lo que podría llegar a afectar a la calidad de los vinos. Por ello, los viticultores procuran retrasar al máximo la maduración de la uva con técnicas aplicadas a la viña, ya que la correcta maduración de todos los componentes de la uva es clave en la configuración final del vino.
Aun así, la vendimia de este año en el Penedès ha empezado unos 10 días antes de lo habitual. En cambio, la Moneu plantada en el Castillo de la Bleda, a pocos kilómetros de Vilafranca del Penedès, está prevista cosecharla a finales de septiembre cuando alcance su punto óptimo de maduración. Esta maduración más pausada de la variedad la hace especialmente interesante, ya que permitirá elaborar un vino más fresco y equilibrado, huyendo de la corpulencia y del elevado grado alcohólico que suelen tener los vinos que provienen de uvas sometidas a altas temperaturas.
Según Mireia Torres, “las pruebas y microvinificaciones que hemos hecho hasta ahora con la moneu dan como resultado vinos con un intenso aroma de fruta fresca y perfumada. Tienen una acidez marcada, buena concentración y taninos equilibrados”.
Seis variedades ancestrales recuperadas con gran interés enológico
De las cerca de 50 variedades catalanas desconocidas que sobrevivieron a la filoxera y que se han conseguido recuperar en los últimos 35 años, sólo seis son las que en estos momentos centralizan los esfuerzos de investigación de la Familia Torres y del INCAVI por el alto interés enológico que están demostrando. La mayoría de estas variedades ya están autorizadas por el Ministerio de Agricultura y se está tramitando la inscripción en los registros pertinentes. La recuperación de variedades ancestrales es una tarea lenta y rigurosa, que requiere de muchos años, incluso décadas, entre que se localiza la cepa gracias a la ayuda de viticultores hasta que se puede degustar el vino.
Según Miguel Torres: “Es el proyecto más importante que Torres ha desarrollado en las últimas décadas. Estamos construyendo un puente que nos permita recuperar el patrimonio vitivinícola de nuestros antepasados. Con estas variedades podremos hacer vinos que recuperen nuestra historia, vinos únicos, basados en la singularidad y la autenticidad”.