Vino

Viña Pedrosa: 40 años de un clásico contemporáneo en la Ribera del Duero

En un año tan complejo, la bodega Viña Pedrosa, todo un clásico contemporáneo en la Ribera del Duero, está de celebración. En 1980, la familia Pérez Pascuas, que poseía 35 hectáreas de viñedo de gran calidad, decidió independizarse de la cooperativa de la localidad burgalesa de Pedrosa de Duero e iniciar un proyecto familiar por separado, convencidos de que con sus uvas ex­cepcionales podían elaborar un vino de alto nivel.

Texto: Armando Desantes. Fotos: Viña Pedrosa

Aunque los inicios no fueron fáciles, tuvieron la suerte de comenzar con una buena cosecha, la añada de 1980. Desde el principio rompieron moldes con lo habitual en la época en la zona y apostaron por vinos tintos de guarda, dotados de estructura, cuerpo, opulencia, concentración, pero también de finura y elegancia. El primer Viña Pedrosa era diferente al resto y pronto fue ganando fama y prestigio. Elaboraron 80.000 bo­tellas que vendieron en menos de 6 meses e incluso llegaron a exportar una importante partida a Alemania.

Las grandes cosechas históricas
Así se inicia un camino vertiginoso en el que hubo añadas y acontecimientos que marcaron un despegue fulgurante. Hay que recordar la cosecha del 85, 89, 91, 94 y 99, entre otras, que recibieron reconocimiento nacional e internacional. La salida del primer vino Pérez Pascuas Gran Selección de la cosecha 1990, elaborado a partir de los viñedos más viejos de la familia, fue una revolución en el panorama vinícola.
Son muchos los momentos que la familia Pérez Pascuas recuerda con especial cariño. Dejó profunda huella el año en el que Juan Pablo II eligió Viña Pedrosa para celebrar la cena de Navidad y la misa del Gallo. También hubo dificultades, pero siempre han es­tado seguros de que de los momentos difíciles se aprende y se sacan conclusiones para salir más fortalecidos. Nunca han sido conformistas, sino autoexigentes.
Se sienten orgullosos de que el consumidor tenga una excelente opinión sobre Viña Pedrosa. Lo considera un gran vino, uno de los mejores de España y con prestigio internacional. Y esto lo han conseguido en tan solo 40 años, gracias a una imagen impecable que se asocia a calidad y regularidad.

Presencia en más de 40 países
A partir de 1985, Viña Pedrosa empieza a exportar cantidades representativas. Alemania fue su primer mercado y después USA. Ahora está presente en más de 40 países y sigue incrementando el porcentaje de exportación, pues es muy probable que este año llegue a suponer el 50% de la producción total. Asisten a muchas ferias en todo el mundo y se muestran orgullosos de que hasta al Polo Norte o Bora Bora ha llegado Viña Pedrosa, así como a restaurantes casi inaccesibles de Dinamarca o Estados Unidos.
Han conseguido siempre un vino auténtico, personal, con un perfil definido, un sello inconfundible que lo hace único, pero que ha ido evolucionando y mejorando. Es mejor el Viña Pedrosa actual que el de los orígenes. Y la bodega se ha caracterizado por un gran dinamismo y por ser muy activos en innovación.
Hoy cuentan con un viñedo único, que cuidan con esmero. Posteriormente llevan a cabo elaboraciones muy genuinas y arriesgadas para diferenciarse. Eso se traslada a las características que poseen los Viña Pedrosa: vinos estructurados y potentes, sin artificios, siempre en busca de la autenticidad, pero muy elegantes, complejos y finos, con una armonía envidiable. Vinos de origen, vinos con alma. Asociados al territorio y a la comarca, son vinos con gran futuro. En conjunto, producen 600.000 botellas bajo las marcas comerciales de Viña Pedrosa, Cepa Gavilán, Finca La Navilla y Pérez Pascuas Gran Selección. Todos sostenibles desde la perspectiva medioambiental, social y económica, de elaboración artesanal a pide de viñedo, y en los que se produce una perfecta integración entre viticultura y enología.

Un viñedo viejo de Tinto Fino
Creen en una viticultura de calidad, adaptada a los tiempos y que garantice el cuidado del ecosistema. Las 120 hectáreas de viñedo en propiedad son la historia de una conquista y la base de un sueño bo­deguero que ha sabido recoger la sabiduría de sus antepasados. Un viñedo viejo de Tinto Fino donde la tradición y el respeto a la tierra se alían para conseguir un perfecto equilibrio natural. Altitud extrema, suelos pobres y con poca profundidad, escasas precipitaciones y amplias os­cilaciones térmicas entre el día y la no­che en los meses de maduración de la uva, son factores clave para conseguir uva de la máxima calidad. La elevada edad de las plantas, unida a un esmerado trabajo en viñedo, da lugar a pequeñas producciones de uva que son la mejor expresión de una tierra dura y generosa.
Gracias a las excelentes características y extensión del viñedo familiar, Viña Pedrosa es una de las pocas bodegas en la DOP Ribera del Duero que logra autoabastecerse, garantizando de esta forma la máxima calidad desde el origen. Sus vinos son el resultado de una viticultura tradicional, responsable, sostenible y respetuosa.

Vinificación detallista
Y el cuidado y atención a los pequeños detalles durante el proceso de vinificación hace posible que cada vino elaborado sea fiel reflejo del paraje que lo vio nacer, de la variedad de uva que lo compone y de la cosecha que lo identifica. Aseguran que su mayor orgullo es haber contribuido al nacimiento, desarrollo y consolidación de la DO Ribera del Duero como una de las mejores regiones vitivinícolas del mundo. Su proyecto ha permitido fijar población en el medio rural, mantener viva la tradición y poner en valor el patrimonio natural e histórico-artístico.
Pero recuerdan que queda mucho por hacer. El 40 aniversario que este año conmemoran es un punto y seguido. Fieles a sí mismos, con las ideas claras y huyendo de modas y tendencias, la familia Pérez Pascuas han conseguido otorgar identidad a sus vinos. Dicen que la defensa del medio rural y la vida en el campo, el respeto por las tradiciones po­pulares y las prácticas históricas, junto con la protección del patrimonio natural, son la base de su trabajo como viticultores y bodegueros.

Cuatro hombres y un destino
Pertenecientes a dos generaciones, son actualmente los máximos responsables del éxito y la longevidad de este proyecto vitivinícola familiar:
Adolfo Pérez Pascuas, socio fundador y copropietario de Viña Pedrosa. Trabajador incansable y ex­traordinariamente amable, Adolfo empezó trabajando la viña y ha recorrido medio mundo para vender sus vi­nos. Entre viñedos, finanzas y viajes nació su pasión por la excelencia. Su mente burbujeante está en constante ebullición pero deja que las ideas fermenten y maduren. Observador por naturaleza y actitud, cualquier cosa es capaz de inspirarle. Hombre de campo que ama la vida, ocupa el cargo de Con­sejero Delegado junto a su hermano Manuel.
Manuel Pérez Pascuas, socio fundador y copropietario de Viña Pedrosa. Como Consejero Delegado, junto a su hermano Adolfo, apostó firmemente por el desarrollo de la Ribera del Duero y supo ilusionar, a los que, como él, creyeron en el potencial vitivinícola de una tierra dura y generosa. Nadie le puede negar sus dotes de buen conversador y maestro de las relaciones públicas. Primero como viticultor y luego como bodeguero, sabe bien lo que es trabajo duro y sacrificado, pero siempre disfrutando de lo que uno hace.
Daniel Pérez Herrero, director de Viticultura y Proyectos Agronómicos. Fiel a sus propias convicciones, Daniel atesora en su persona tres grandes virtudes: perseverancia, talento y coraje. Autodidacta por naturaleza, el amor por la viña lo lleva en la sangre. A partir del año 2002, su labor al frente del viñedo de Viña Pedrosa ha sido crucial. Sus profundos conocimientos técnicos y su respeto por la tierra son la base de la integración de distintos proyectos agronómicos para mejorar uno de los grandes viñedos de España..
Adolfo Pérez Herrero, responsable comercial. Ena­morado de su pueblo, Pedrosa de Duero, ha trabajado en todos los departamentos de Viña Pedrosa. Siendo niño, ayudaba en el viñedo y la bodega y, entre trasiegos y descubes se forjó su carácter catador. Sus magníficas aptitudes para el análisis sensorial y su formación académica le convirtieron en el sumiller oficial de Viña Pedrosa. Recuerda con cariño los innumerables viajes que realizaba con su padre, durante los fines de semana, visitando clientes y preparando pedidos. Así nació su vocación comercial.

Un vino para una celebración
Para conmemorar la efeméride, han lanzado un vino único, de serie limitada, que rinde homenaje a las raíces. Se trata de Viña Pedrosa Gran Reserva 2012, 100 por 100 Tinto Fino, del que tan solo se han elaborado 440 botellas. La de 2012 fue una cosecha escasa en cantidad pero de magnífica calidad. Procede de viñedos de más de 60 años –situados a 840 metros de altitud– cuya crianza en bodega es de cinco años –24 meses de permanencia en roble americano y francés–.
Un vino que refleja la esencia de la familia Pérez Pascuas: máxima autenticidad en la elaboración y profundo agradecimiento a clientes, trabajadores y amigos de la bodega. El diseño de la etiqueta es obra de Cristobal Gabarrón, pintor, escultor, humanista y filántropo. Está considerado por la crítica internacional como uno de los creadores más representativos de las últimas generaciones de artistas españoles. Como amigo de la familia Pérez Pascuas, ha sabido reflejar en la etiqueta ese lugar de Castilla donde la naturaleza se alía con el ser humano, para elaborar vinos singulares que concentran la historia y sabiduría de un viñedo único. “Cazador de sueños –título que da nombre a la etiqueta– es el recorrido de esta gran familia, que ha creado su obra de arte con los nobles productos de la tierra, recogiendo el testigo de una respetuosa e inagotable labor que D. Mauro Pérez, el patriarca, supo sembrar en los corazones de sus hijos y nietos”, afirma Cristóbal Gabarrón.

Redacción

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